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Sabemos que el hacinamiento y la falta de aire fresco favorecen la transmisión del virus, por ello, su renovación a través de la ventilación, natural o mecánica, puede constituir una herramienta para su prevención. En este sentido, se están llevando a cabo en el centro una serie de medidas para asegurarnos de la correcta calidad del aire y de que la renovación del mismo sea constante

  1. Puesta a punto de las máquinas de ventilación. La semana pasada, la empresa Enerkia se ha encargado del arreglo y mantenimiento de las máquinas que ventilan el centro de forma mecánica, por lo que ya están listas para empezar a funcionar.
  2. Compra de medidores de CO₂. Se distribuirán por las aulas para medir la calidad del aire y el CO₂ concentrado en el mismo.  En general, si la concentración de CO₂  en una habitación sobrepasa las 1000 ppm, indicaría una mala ventilación y habría que ventilar de inmediato y al máximo posible; un valor entre 500 y 700 ppm sería un valor aceptable; si llegara a 800 ppm, habría que ventilar.
  3. Ventilación natural. Gracias a los medidores de CO₂, sabremos en todo momento si es necesario, además, recurrir a la ventilación natural. Es más efectiva la ventilación cruzada, es decir, la apertura de ventanas y puertas en lados opuestos de la habitación.

Al llevar a cabo dichas acciones, nos aseguramos de que se dan las circunstancias óptimas para que tanto el alumnado como el profesorado, pueda desarrollar su actividad sin ningún riesgo. Además, las calderas estarán en funcionamiento para controlar la temperatura en invierno en todas las aulas del centro.